Puestos a compartir, que sean sonrisas.

martes, 30 de abril de 2013

Te encuentro ya en mis escritos

"Y me preocupaba... porque con ella no escribía"

Hoy me has regalado algunos de tus versos... De tus nuevos versos, sin saber quizás que en realidad me has dado mucho más. Me has dado tinta, me has dado papel, me has dado inspiración, me has dado... tus palabras.

Y no es sólo eso.
Es la alegría de que te recuperes un poco a ti mismo, que vuelvan a salir rimas de lo que eres, de que te regales tiempo para escribir lo que "tu corazón te grita y lo que calla tu mente."

Y no sólo es eso.
Súmale, a la alegría  de que te hayas encontrado, la alegría de que te hayas encontrado conmigo.


Tocar tu piel en el piano

Es poner todo lo que soy en esa canción... Que es para ti.

Quizás el truco está en acariciar las teclas del piano como si fueran tu cuerpo...

Qué linda melodía, tu piel. 

La princesa y el piano

Cuando se cansaba del mundanal ruido, se vestía de blanco y negro y se escondía con-fusa (y también con  las semifusas) en su castillo de marfil.





El último compás

Y ahí detuvo aquella vez la canción inacabada. Se prohibió tocar el último acorde cuando advirtió que habían quedado sordos los oídos a los que la dirigía.
Bueno, si de todos modos, había algo que desentonaba en la composición.


Y es ahora cuando la princesa se ríe al percatarse de que ¡no era la melodía la que fallaba! Sino el acompañamiento. 

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Ay, cómo dolía cada nota retumbando en la habitación llena de silencio.Y ese maldito eco que sólo devolvía ausencia. Me alegro de no haber entregado entonces aquella canción, de ni siquiera haberla acabado.Que las canciones son para quien las quiera escuchar... 

Gracias por hacer que rescate y dé fin a los fantasmas de un pasado. Y gracias sobretodo, devolverle la voz a una parte de mí misma que tenía acallada y muda. 
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Te entregaré, si te apetece y te quedas a escuchar, hasta el último compás.

Where'd you go? 
I miss you so,
seems like it's been forever 
that you've been gone...
Please come back home


Quiero hablarte de mis días de lluvia

Quiero hablarte.
[Quizás para acompañar la lectura]

Hablarte de la lluvia que conozco.
Tranquilo, es una lluvia que no moja. Es una lluvia que no cala hasta los huesos... Es una lluvia que no está hecha de tus lágrimas.

Es suave, y a veces, hasta es tibia. Sobretodo cuando la ves desde el otro lado del cristal. Bueno, hablo de  mi lado del cristal, claro.
Quiero presentártela como se me presenta a mí.
Son las teclas del lado derecho del piano, las agudas. Me recuerda a la risa de las hadas, ¿a ti no? Son percusión fresca cuando chocan contra el suelo  y se descomponen en miles de diamantes líquidos... Son eso, ¡lágrimas rotas! ¡Es una lluvia capaz de romper lágrimas! Y éstas se convierten en las cuerdas de un violín que se deslizan en el suelo hasta hundirse en la tierra. ¡Claro!, no son las lágrimas del cielo. En realidad, son los besos que nos mandan las nubes.

Quiero hablarte de esa lluvia. O más bien, quiero que ella te hable a ti, mientras ella está fuera y tú, junto a mí; escuchándola, en mi lado del cristal.


En estos días, las flores visten sus mejores galas y sacan sus vestidos de diamantes.





Ver

Déjame convertirme en tus ojos para enseñarte el mundo que yo veo.


Son palabras mayores

"¿Permiso para amarte de por vida?"
Permiso concedido.

Fue la primera vez que hiciste alusión a palabras mayores, ¿te diste cuenta?