Es posible que ese final feliz seas tú. Recomponiéndote.
O puede que el final feliz sea este: saber que a pesar de todas las llamadas no devueltas, de todos los desengaños, las meteduras de pata y las señales malinterpretadas, a pesar de todo el dolor y el bochorno, tú nunca, nunca perdiste las esperanzas.
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