Puestos a compartir, que sean sonrisas.

jueves, 21 de febrero de 2013

Zapatitos de cristal olvidados

-Bailaremos juntos toda la noche, princesa, pero a las 12 te llevaré a casa en carruaje.

La carretera se deslizaba como una película detrás del cristal, empapado en vaho. Pude ver luces difusas y lejanas, de madres contando cuentos de hadas a sus hijas antes de entregarlas a Morfeo.

-Buenas noches.

No me gusta el calzado de cristal, porque está frío y duro. Pero de todos modos, desde que perdí hace ya tiempo los zapatos, me di cuenta de lo cómodo que es caminar con los pies desnudos sobre la húmeda tierra cada mañana, escarbar con los dedos y convertirlos en raíces. Absorber lo que necesitas.

¿Pero sabes qué? El pañuelo que llevaba atado al cuello, ese que lleva mi olor y que tanto te gusta; aún está en el asiento trasero de tu coche.



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