Puestos a compartir, que sean sonrisas.

domingo, 31 de marzo de 2013

El amor es ciego

¡Protesto!
Permítame explicar, señoría, la razón que me ha llevado a semejante argumento.

Creo que somos ciegos parcialmente, hasta que nos enamoramos. ¿No es cierto que cuando nos entregamos a Venus somos capaces de ver en las personas características que les son vedadas a otros? Y permítame ir más allá. No considero que de esta forma estemos creyendo que una persona es algo que en realidad no es, ya que sólo nosotros la vemos de esa manera. Sino todo lo contrario. Parte de lo que somos, es la forma en la que nos ven. Así pues, si descubrimos la belleza en una persona, es porque en definitiva, lo es. Nutrimos su esencia con nuestro amor.
El amor es la herramienta que nos permite discernir una belleza en las personas que otros no son capaces de ver. Esto es, el amor nos abre lo ojos a una realidad que se nos mantenía oculta.

De esta guisa, esto implica que no es el amor el ciego, sino que se trata de unos anteojos que quiénsabequé nos pone en la cara y nos descubre colores hasta entonces inimaginables.

Qué triste el desamor por su parte, que se nos acostumbra la vista a la luz de la belleza, y de tanta luz, nos ciega. Se nos caen las gafas. Y dejamos de ver lo maravilloso que tenemos ante nuestros ojos...
Qué triste el acomodarse a la belleza, a dejar de admirarla.

Limpiemos cada día los cristales, y no dejemos que se acumule el polvo. Que amanezca todos los días no quiere decir que por ello sea menos importante. A nadie le gustaría vivir en una oscuridad eterna.

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