Donde ríen las libélulas: Microcuento

viernes, 24 de mayo de 2013

Había una vez...
Pero fue tan importante que, de hecho, esa vez sigue habiendo hoy todavía.

Vetustianos

Y respirar tan fuerte que se rompa el aire.
Y al respirar, intenta ser quien ponga el aire.
Te he dejado en el sillón las pinturas y una historia en blanco. No hay principio ni final, sólo lo que quieras ir contando.
Tan sólo seremos libres cuando no haya más que perder.
Pon en tu tumba que no es el final; tu rastro no se puede borrar.
Sólo quiero ir más allá, sólo quiero que esta herida se prenda. Ser el humo que al final escapó de lo que existe por ver qué hay detrás, más allá.
Rey Sol dime cómo arder.
Aprendimos a mirar con la duda entre los dedos y a tientas descubrimos que al final, las palabras que no existen nos pueden salvar.
Confundo el agua con la sal.
Rey Sol, Rey de corona rota, préstame un hilo de luz. Sólo quiero ir más allá.
Rey Sol, pon tu voz. Cayó la red que nos cubrió. Rey Sol, me entrego a ti.
Con vivos muertos brindando juntos por un año más, un año menos.
No podré contar qué ocurrió ayer. Fue hace tanto tiempo que el Sol se ha vuelto a poner.
Cuadrar el círculo de esta obsesión. Asumir que rendirse no es una opción.
He mezclado en el mismo cajón mis historias, sus fotos y un plan.
En los libros me encuentro mejor.
Duermo por las tardes; por las noches reinvento su voz.
Porque ser valiente no es sólo cuestión de verte.
Bailando hasta el apagón. ¡Disculpad mi osadía!
Porque ser valiente no es sólo cuestión de suerte.
Ya ves. Lo que es no es. Yo no voy a contar lo mejor, a ocultar lo peor. Me pongo el mejor chaqué.
Un tren de madrugada consiguió trazar la frontera entre Siempre o Jamás.
Jugar al azar, nunca saber dónde puedes terminar. O empezar.
La corriente enseña el camino hacia el mar.
Aeropuertos. Unos vienen, otros se van. Igual que Alicia sin ciudad. El valor para marcharse, miedo a llegar.
Dejarse llevar suena demasiado bien.
Mírame, soy feliz, tu juego me ha dejado así.
Puede ser que haga de la rabia mi flor y con ella mi bandera.
Puedo vender, puedo palmar. Puedo saber que sin vosotros duele más.
Puedo llamarte sin hablar.
Puedo partirme y negociar la otra mitad.
Voy a mezclar frases con alcohol, restos de sal y altas dosis de ficción
Y aún así la farsa huele a miel. Mezclo el néctar con el aguijón.
Hoy la puta se viste de rey.
Se desnuda y entiende quién fue.

viernes, 24 de mayo de 2013

Microcuento

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