No sé bien cómo explicarlo porque aún no sé cómo lo hace. Y quizá esté ahí precisamente la belleza.
Como las flores. De repente, un día, han florecido. Y no te has dado ni cuenta.
Así es cómo él hace florecer mis sonrisas. Borra las lágrimas y llena hasta el vacío más devorador que alguien puede tener en el pecho, bajo el esternón. Lo llena de felicidad, o más bien, me llena de libélulas. Y hasta la peor desgracia parece menos cuando tienes miles de constelaciones abrazándote. Incluso a distancia.
Él se propuso hacerme feliz.
Menos mal que está a mi lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario